"'Sirens' bears the influence of both spacemusic and film music. It symbolizes my search for the mysterious, the unknown, and the beautiful - the feminine qualities which hold an endless attraction. The voices of the Sirens will always call us"
El teclista y compositor canadiense Mychael Danna nació en Winnipeg, capital de la provincia de Manitoba, en el año 1958. Ya de pequeño dio muestras de un innato talento musical. Su infancia y parte de la adolescencia estuvo marcada por las clases de canto y de piano que tomó, hasta que una lesión en la mano truncó su carrera como pianista a los 14 años. Danna reemplazaría el piano por el sintetizador, y decidió concentrarse en la composición, licenciándose por la Universidad de Toronto y consiguiendo incluso el prestigioso Premio de Composición Glenn Gould en el año 1985.
En el año 1987 empezaría a trabajar como compositor-residente del planetario McLaughlin de Toronto, labores que asumiría durante cinco años, y que propiciarían la grabación de dos trabajos, "Planets, Stars, & Galaxies" (1987), y "Mars: The Journey Begins" (1988). Paralelamente, Mychael iniciaría una destacable trayectoria como compositor cinematográfico en un buen número de películas y documentales (su experiencia previa en la música de cine se reducía a su participación en la película "Metal Messiah" de Tibor Takács, del año 1978), destacando, muy especialmente, sus colaboraciones con el director egipcio Atom Egoyan. Dentro de su faceta como compositor de cine, que se extiende hasta nuestros días, Mychael Danna se ha revelado como un compositor versátil y pionero en cuanto a la integración de sonidos orquestales, electrónicos y, muy especialmente, de carácter étnico procedentes de tradiciones tan diversas como la tibetana, persa, europea del Medievo, hindú y armenia, consiguiendo así una original fusión de estilos siempre estimulante.
Por supuesto, no nos olvidamos de sus magníficas colaboraciones en clave ambient con el también canadiense Tim Clément, músico al que siempre le había interesado la idea de utilizar la música con el fin de crear "entornos" o "paisajes sonoros" que pudieran tener un profundo y saludable efecto en nuestras vidas a nivel físico, emocional y también espiritual. De todas esas colaboraciones ambientales, que se remontan al año 1983, la fascinante "North of Niagara", editada por el sello Hearts of Space en 1995, resulta, sin lugar a dudas, la más destacable. Y aunque anteriormente el joven Danna ya había publicado dos trabajos en solitario, "Elements" (en donde Clément colaboró como guitarrista junto con su hermano Jeff Danna) en 1979 y "The Electronic Orchestra" (en donde se versionaban obras clásicas para sintetizador) en 1980, serían estas colaboraciones con Clément las que lo darían realmente a conocer, tanto en su país como en los Estados Unidos.
Igualmente destacables resultan, ciertamente, sus celebradas colaboraciones con su hermano Jeff en dos hermosos trabajos de aires celtas, "A Celtic Tale: The Legend of Deirdre" (1996) y "A Celtic Romance: The Legend of Liadain and Curithir" (1998), editados también por Hearts of Space, el sello creado a mediados de los ochenta como una "extensión" del mítico programa de radio "Music from the Hearts of Space" creado por Stephen Hill en 1973 con el fin de difundir música "contemplativa" adscrita a géneros tan diversos como el ambient, la música espacial, new age, celta, étnica e incluso más experimental. En ambos trabajos los Danna rescatan su faceta más melódica y cinematográfica, apoyándose en instrumentos autóctonos celtas, cantos gregorianos e incluso una gran orquesta sinfónica. Por supuesto, esta colaboración entre hermanos no se reduce a estos álbumes, sino que también han podido trabajar juntos en proyectos cinematográficos tales como "El Imaginario del Doctor Parnassus" (2009), del genial Terry Gilliam.
Aparcando ya a un lado tanto su contribución al mundo del cine como sus distintas colaboraciones con otros músicos, ningún recorrido por la obra de este gran compositor estaría completo sin hacer referencia a un imprescindible trabajo en solitario que marcó el comienzo de su vinculación con el sello californiano Hearts of Space y que constituye, sin lugar a dudas, todo un hito en su dilatada trayectoria profesional como músico. Nos referimos, obviamente, a "Sirens" (1991), indudablemente uno de los mejores trabajos de toda su discografía, y al que dedicaremos, por tanto, lo que resta de la presente entrada.
Grabado en el planetario McLaughlin, "Sirens" es un álbum conceptual dedicado al subyugante y misterioso hechizo de la femineidad en clave de música espacial en su vertiente más melódica, etérea y evocadora. Estas cualidades la convierten, al mismo tiempo, en una fascinante banda sonora a la búsqueda de una película a la que acompañar. El álbum está estructurado en torno a nueve composiciones, la primera de las cuales posee un carácter eminentemente genérico e introductorio, dándonos ya una idea muy precisa de los derroteros sonoros por los que discurrirá este trabajo. Las restantes ocho piezas estarán dedicadas a diferentes figuras mitológicas, diosas, heroínas y santas que encarnan cualidades arquetípicas de la femineidad. Todas ellas se erigen así en cautivadoras "sirenas" que, aunque
pertenecen a distintas culturas y tradiciones, sí comparten ese único e
irresistible "canto" inmortal que nos seduce y atrapa en un eterno halo
de misterio.
Deirdre, la hermosa heroína trágica de la mitología irlandesa; Maat, diosa egipcia que simboliza la armonía y la justicia universal, y que es representada con una gran pluma de avestruz en su cabeza (en ocasiones con un par de alas junto a sus brazos); Inanna, diosa sumeria del amor y de la guerra, de la naturaleza y de la fecundidad, y cuyo nombre significa "Reina del Cielo"; Durga, la suprema diosa radiante y guerrera del hinduismo que representa la victoria del bien sobre el mal y que se manifiesta cuando las fuerzas malignas de los demonios amenazan la existencia de los dioses benignos, con el fin de restablecer el orden; Anastasia de Sirmio, una santa, virgen y mártir cristiana, identificada como símbolo de la resurrección (anastasis); Nakawe, diosa de todos los demás dioses, de la Tierra y de todas las formas de vida que en ella coexisten, y asociada por tanto al cultivo y la cosecha, según las creencias de los huicholes, un pequeño grupo indígena de la Sierra Madre Occidental de Méjico; Selene, antigua diosa lunar de la mitología griega, patrona de la femineidad, y con el poder de aliviar los partos, inspirar amor, despertar la intuición e incluso provocar visiones; y, finalmente, Bernadette Soubirous, la joven pastora francesa del siglo XIX que afirmó haber presenciado 18 apariciones marianas en la ciudad de Lourdes, siendo canonizada por la Iglesia Católica en el año 1933, y que a causa de las muchas adversidades y sufrimientos experimentados en vida a causa de su fe y su precaria salud está considerada como la principal patrona y protectora de los enfermos, los pobres y las personas ridiculizadas por sus creencias.
A pesar de la diversidad de tradiciones, culturas y mitologías que sazona tal propuesta conceptual, en realidad los toques étnicos en la música no dejan de ser esporádicos, y están restringidos a temas concretos como el bellísimo "Deirdre of the Sorrows" o "Durga", anticipando, por supuesto, las diversas incursiones que realizaría posteriormente el compositor en la música celta y la oriental. En su conjunto, es la combinación de instrumentos electrónicos (incluyendo el Synclavier) y acústicos (piano y guitarra eléctrica, especialmente) lo que predomina en la embriagadora paleta sonora ofrecida en este espléndido trabajo. Especial atención merece, por supuesto, el tema que ofrecemos a continuación, "Visions of Bernadette", una pequeña joya de la música espacial sinfónica que nos invita a soñar y viajar bien lejos, poniendo así broche final a un trabajo excepcional.
Valoración del álbum: **** sobre *****
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